El de cuando nos fuimos a Noruega

Me encanta viajar, ¿y a quién no? Siempre que vuelvo de un viaje tengo muchas ganas de escribir un post, poner mis fotos, hablar del recorrido, lugares visitados… Al final esa motivación va decayendo cuando vuelvo a la rutina y muchas veces lo dejo de lado.

Me he propuesto recuperar aquellos viajes para que no caigan en el olvido.

Siempre me han encantado los países nórdicos y cuando tuvimos la oportunidad de ir a uno nos decantamos por Noruega (no recuerdo exactamente el motivo). Tengo claro que en un futuro me gustaría visitarlos todos pero por alguno había que empezar. 5

Fue en agosto de 2016, y a pesar de encontrarnos en pleno verano, Noruega nos recibió con un frío y una lluvia inesperados. Nuestro viaje comenzó con un vuelo Barcelona-Bergen. Esta ciudad me pareció pequeñita pero con mucho encanto. No pude dejar escapar la oportunidad de comer algo de salmón, aunque rechacé la hamburguesa de ballena que nos ofrecieron en algunos puestecillos (ahora me arrepiento, tendría que haber probado algo tan raro en un lugar como aquel). Paseamos por sus calles de piedras, nos encontramos con una banda en una plaza y escuchamos bastantes españoles (están por todas partes).

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El segundo día cogimos un ferry desde Bergen hasta Flam. El trayecto recorría varios fiordos preciosos (entre ellos el Sognefjorden y el Aurlandsfjorden), que no se pueden describir y cuyas fotos no les hacen justicia. De verdad, la magnitud de esa naturaleza es inmensa, te sientes extremadamente pequeño. El recorrido duraba 5,5h atravesando incontables paisajes. 2

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Flam es un puertecito pequeño donde hay conexiones con otros ferrys y diversos cruceros. También hay distintas rutas de tren y líneas de bus. La verdad es que está muy bien conectado para estar en mitad de la nada. Tras un paseo por uno de los fiordos más bonitos, el Naeroyfjorden, desembarcamos en Gudvangen y desde allí hicimos un pequeño trayecto en bus hasta Voss, donde nos alojamos en un hotelito en frente de un lago llamado Oppheimsvatnet.

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Los colores del entorno eran preciosos y a mí se me veía a 10 kilómetros con mi chubasquero amarillo. Al día siguiente tomamos un tren hacia Myrdal, atravesando bosques y rodeando cascadas, envueltos en una naturaleza y una niebla espectaculares. Desde Myrdal un tren nos llevó en 6 horas hasta Oslo, donde vimos sus dos caras: la Oslo desierta de las 6 de la mañana y la ciudad concurrida de las 3 de la tarde. Visitados el edificio de la Ópera de Oslo y el Nobel Peace Center, el último día en la ciudad nos cruzamos a una isla dónde paseamos por el museo vikingo (muy muy chulo) y el museo de las culturas noruegas.

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